- “En la Tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”.
- “Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear”.
- "Dicen que soy héroe, yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos”.
- “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena"
viernes, 30 de enero de 2009
MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD!!!
lunes, 26 de enero de 2009
Besos...besos!!
-El beso es el paso casi obligado antes de comenzar el acto sexual; con él, los enamorados se intercambian descargas bioeléctricas positivas que provocan la excitación, claro que a veces significan una reconciliación. En cualquier caso, todos necesitamos besar y ser besados para alcanzar el equilibrio emocional.
-En las zonas de África y Asia el beso de pareja es habitual, se da con la nariz y contiene una carga sexual parecida a la nuestra, los esquimales frotan su apéndice nasal para saludarse, también en Samoa se huelen y en Gambia y la zona alta de Níger se frotan el rostro. En Laponia, África, Polinesia, Malasia, China y sudeste de
No se ustedes, pero yo prefiero que se me acorte la vida lo que sea necesario y que me llamen canibal, jajaja.
sábado, 24 de enero de 2009
Libertad - Un cuento sobre una víctima de maltrato
Encendí un cigarrillo y me dejé caer con todo el peso del cuerpo en el sillón mientras daba una profunda calada que me sabía a gloria.
Estaba exhausta, pero a la vez un sentimiento de satisfacción me embriagaba, igual al que solía tener cuando realizaba una cirugía estética con éxito.
Ya no me acordaba de cuantas veces había fantaseado con recobrar mi libertad, con volver a sonreír, ya no por compromiso ni para disimular ante familiares, amigos y vecinos, la constante tensión en la que vivía, día tras día, al volver a casa.
Sonreír porque sí, por sentirme viva, por sentirme a gusto conmigo misma y con el mundo.
Pero nunca antes, excepto hasta hace un par de horas atrás, justo cuando recibía el último puñetazo en mi cara; nunca me había imaginado que sería de ésta forma que recobraría mi lugar en el mundo. Un lugar diferente, si…pero mío.
Sé que tendré que pagar un precio por ello y lo haré con gusto. Sé que la cárcel no es una opción para el común de la gente. Pero, puedo jurarlo por mí hijo, que ahora mismo para mí es mejor opción que acabar en el congelador de la morgue policial.
La verdadera privación de la libertad comenzó al mes y medio de casarme cuando, por un descuido tonto, quemé el puño de una de las camisas preferidas de mi marido. Yo era inexperta con la plancha, debido a que había estado mas dedicada a mi carrera de medicina que a aprender a hacer las labores de una casa. Pero su reacción a mi fallo fue tan fuerte como el golpe seco que le propinó a la tabla de planchar y que hizo que se partiera literalmente en dos.
En ese momento no supe ver que detrás de esa reacción vendrían otras cada vez peores. Estaba tan enamorada que lo único que sentía era vergüenza por no ser una esposa digna de mi marido. Y mientras le pedía perdón, entre un torrente de lagrimas, le prometía que no volvería a ocurrir nada semejante y que aprendería todo cuanto fuese necesario para ser una buena esposa. Sinceramente ansiaba ser la mejor para él. Y fue precisamente por ese deseo que desde ese instante caí en su trampa, en una telaraña de humillaciones y desprecios, de promesas y perdones, de golpes y arrepentimientos, de la que cada vez sería mas difícil de escapar, y por la cual, casi sin darme cuenta y de a poquito, había perdido mi libertad y mi dignidad.
Ahora, quince años después de ese primer episodio, estoy sentada en su sillón favorito, viéndolo inerte y desangrado sobre la alfombra blanca del salón, tan inofensivo que no parece él. Pero así y todo no soy capaz de sentir remordimientos por lo que he hecho ni pena alguna por él. Porque ahora me doy cuenta de que todo daba igual. Que, aunque hubiese sido la mejor ama de casa del mundo, aunque jamás hubiera cometido ni un solo error, aunque no me hubiese dedicado a mi profesión, y no hubiese ganado mas dinero que él, nada de eso hubiera sido suficiente para ser digna de su amor y respeto.
Suena el timbre. Dejo la colilla del cigarro, que hacia ya un buen rato que estaba apagado entre mis dedos y que, por el divagar de mis pensamientos, ni lo había notado. Me levanto y abro la puerta. Es la policía. Respiro profundo y les hago pasar.
Claudia Martínez Pardo
viernes, 23 de enero de 2009
martes, 20 de enero de 2009
Argentina, paisajes, personajes y cositas nuestras
domingo, 18 de enero de 2009
Podrán decir que soy una soñadora...
sábado, 17 de enero de 2009
Que vivan las mujeres!!!
jueves, 15 de enero de 2009
Unamos fuerzas!!!
miércoles, 14 de enero de 2009
9 de Enero en Madrid
sábado, 10 de enero de 2009
Quien me pierde ya no me encuentra más
Se dice que cierto día salieron a pasear juntas
Mientras caminaban dijo la Ciencia:
Amigas mías, pudiera darse el caso de que nos separáramos unas de otras
y sería bueno determinar un lugar donde pudiéramos encontrarnos de nuevo.
A mí, podréis encontrarme en la biblioteca de aquel sabio Dr. X, a quien,
como sabéis, siempre acompaño.
En cuanto a mí -expresó
ese millonario cuyo palacio está en el centro de la ciudad.
La Resignación dijo por su parte:
A mí podréis encontrarme en la pobre y triste choza
de aquel buen viejecillo a quien con tanta frecuencia veo
y que tanto ha sufrido en la vida.
Como
Y a ti, ¿dónde te encontraremos?
A mí, quien una vez me pierde jamás vuelve a encontrarme.
"Quien pierde su integridad y su honradez
lo ha perdido todo".
Desconozco el autor
jueves, 8 de enero de 2009
Esquiva inspiración
Llevaba todo el día igual: escribiendo sin pensar, leyendo luego y borrando hasta la última coma. Pensando, escribiendo y volviendo a borrar. Buscando palabras sin encontrarlas. Levantándome de la silla y caminando del escritorio a la sala, de pasillo al balcón, de la cocina al dormitorio pasando por el baño, y todo en tu búsqueda: mi bendita inspiración. Como si estuvieras escondida en algún lugar de la casa, rastreaba cada rincón y no te hallaba.
Me volvía a sentar y ésta vez me estiraba tomando aire hasta la máxima capacidad de mis pulmones como si esperase que, de ese modo, entraras por mi nariz y llegaras a mi mente como un tornado de ideas. Y aún seguías sin dar señales de vida.
Y el resultado de todo esto, querida amiga perdida, es que la hoja de Word abierta en mi ordenador seguía siendo tan blanca, a causa de tu ausencia, como a las diez de la mañana cuando, café triple en mano, me instalé delante de la pantalla para comenzar a escribir lo que se suponía iba a ser, con tu ayuda, la mejor historia nunca jamás contada. ¡Menuda pretensión la mía!
No debía claudicar. De modo que una vez más volví a intentarlo ésta vez escuchando música de Chopin y dejando fluir mis sentimientos, acariciando el teclado al ritmo del Nocturno en Fa Menor, sin éxito alguno para variar. Probé el método de escritura automática adaptado a mi modo particular: sin mirar las letras en el teclado. Apenas pude detener las carcajadas por lo absurda que me escuchaba leyendo en voz alta el rejunte de letras imposibles de pronunciar: “juepou gfu wer hfosdfrk akg lño prjg pm”.
Y aún así, esas letras apiñadas, parecían tener más presencia y sentido que tú en mi momento creativo actual.
Me dije a mi misma que eso no era serio, que no debía perder el tiempo lastimosamente haciendo niñerías. ¿O tal vez mi tiempo lo estaba perdiendo intentando escribir seriamente? ¡No me respondas por favor! Es sólo una pregunta retórica hecha con el sólo fin de atraer tu atención y tu consiguiente conmiseración.
Pero ¿Dónde te has llevado mis ideas, esquiva inspiración? Sé que las tuve, lo juro.
Sin ir mas, lejos ésta misma mañana en la fila del supermercado, mientras esperaba que llegara mi turno para pagar, entré en una especie de estado de trance escuchando el sonido del lector de precios: “bip bip bip bip”, repitiéndose una y otra vez como un mantra, hasta que consiguió hacerme perder la poca conciencia del entorno con la que suelo contar a las nueve de la mañana. Y así, con tu estilo sutil, instalaste en mi mente unas imágenes que, como un recuerdo lejano, tengo la intensa sensación, eran buenísimas y originales.
Fue entonces, como pasa cuando sueñas que te caes al vacío y te despiertas justo antes de llegar al suelo onírico, cuando fui arrancada de mi estado de “catatonísmo supermercadiano” por la voz monocorde y aburrida de la cajera que me preguntaba: ¿tarjeta de descuento, tiene?
Y, tal como con el sueño de la caída, que lo único que logras recordar una vez despierto es la sensación de vacío en el estomago que te genera el miedo a estamparte contra el suelo, igual pasó con mis ideas, cayeron en el olvido y me dejaron vacía y a puntito de estrellarme contra el suelo literario.
Y así están las cosas, fugitiva musa, 8 horas después no me puedo creer que no consiga encontrar algo de lo cual escribir y por mas que le doy vueltas y vueltas a mi mente, no aparece ni una sola frase original, ni un comienzo digno de ser leído, ni un sentimiento que merezca ser contado. Por no lograr, ni siquiera logro que hablen mis voces impostoras, que eso si que es caer en desgracia literaria total.
Pero ¿sabes que te digo? ¡Que no me daré por vencida! ¡No señor!
Voy a demostrarte de qué pasta estoy hecha. Voy a recuperarte y contigo a mi creatividad. Voy en busca y captura de esas miles de ideas maravillosas y geniales que damos a luz, tú y yo, cuando estamos juntas.
Recojo mi abrigo, mi bolso y mi libreta de apuntes y regreso a la fila del supermercado, y te prometo que, hasta que no conecte contigo nuevamente y tenga una historia completa, no vuelvo a casa.
¡Voy a por ti! esquiva inspiración.
Claudia Martinez Pardo
martes, 6 de enero de 2009
sábado, 3 de enero de 2009
Amor bifásico
Quienes aman o hayan amado posiblemente también conozcan los sinsabores de ese tan preciado sentimiento. Es posible que haya amor sin desamor?
"Basta, hasta acá llegué. ¿De qué sirve enamorarte si después todo se termina? Yo ya no sufro más", le decía al resto con una angustia que le entrecortaba las palabras (sin exagerar).
Y aunque el resto la retaba y justificaba su desazón post separación diciendo que era normal su pensamiento "hasta que se le volviera a cruzar alguien que le interesara en su camino", Laura -otra de las presentes, de novia desde hace algunos meses- arremetió confesando que sus miedos no la dejaban disfrutar a pleno de su relación.
"Si estoy muy feliz, siento que eso en algún momento va a tener un fin. Mi psicóloga me dice que ahuyente ese tipo de ideas porque -de una u otra forma- voy a trabajar inconscientemente para que se cumplan", lloriqueaba.
¿Por qué si el amor implica tanto miedo a sufrir, nos seguimos arriesgando? Es simple: amar y ser amada/o puede ser algo increíblemente maravilloso. Cuando pensamos en el amor correspondido y en el enamoramiento, lo primero que se nos viene a la cabeza es una situación idílica, de total felicidad.
Es por eso que para muchos, el deseo de amar y que nos amen es uno de los principales en nuestras vidas. Estar en una relación estable y tener a alguien especial en quien pensar o que nos piense, es una de las sensaciones más fortificantes que todo ser humano puede experimentar.
Una persona enamorada seguramente tendrá mejor humor y sembrará alegría a donde quiera que vaya. Pero, lamentablemente, es éste sólo el lado bueno de la luna. Sólo una cara de la moneda. Si ánimos de desilusionar al lector enamorado, cierto es que el amor también cuenta con una cara oscura y muy dolorosa: el desamor.
Toda esa energía que da lo bueno de este sentimiento se traduce en un inmenso dolor, inseguridad, incertidumbre y sufrimiento cuando en una pareja hay un quiebre, crisis o separación. Los que aman o hayan amado bien lo saben. Es casi imposible vivir un lado de esta historia sin experimentar, al menos por un momento de nuestras vidas, el otro.
La naturaleza del amor hace que quien lo vive – ciertas veces- tenga que atravesar su cara y su cruz. Y no está mal que eso ocurra, seguramente nos hará fuertes y dejará aprendizajes que si sabemos capitalizar, bien podrán servirnos para experiencias futuras. Si fuera por uno, claro que sólo elegiríamos el lado bueno, el del placer, pero nada que se viva intensamente excluye un riesgo. Y es ahí, que quienes jugamos este juego a corazón abierto, nos exponemos a sus complicaciones que también pueden incluir hastío y desilusión.
Pero es real que si miramos hacia nuestros lados, por más ex (en plural) y recaídas que existan en nuestro haber, insistimos en su búsqueda. Es que sin dudas, vale más amar y desamar que no haber amado nunca jamás. Para vos, ¿el amor incluye riesgo y dolor? ¿Creés que el desamor hace que valores más el placer?
Analia Sanchez
Fuente: Ciudad.com