jueves, 8 de enero de 2009

Esquiva inspiración


Llevaba todo el día igual: escribiendo sin pensar, leyendo luego y borrando hasta la última coma. Pensando, escribiendo y volviendo a borrar. Buscando palabras sin encontrarlas. Levantándome de la silla y caminando del escritorio a la sala, de pasillo al balcón, de la cocina al dormitorio pasando por el baño, y todo en tu búsqueda: mi bendita inspiración. Como si estuvieras escondida en algún lugar de la casa, rastreaba cada rincón y no te hallaba.

Me volvía a sentar y ésta vez me estiraba tomando aire hasta la máxima capacidad de mis pulmones como si esperase que, de ese modo, entraras por mi nariz y llegaras a mi mente como un tornado de ideas. Y aún seguías sin dar señales de vida. 


Y el resultado de todo esto, querida amiga perdida, es que la hoja de Word abierta en mi ordenador seguía siendo tan blanca, a causa de tu ausencia, como a las diez de la mañana cuando, café triple en mano, me instalé delante de la pantalla para comenzar a escribir lo que se suponía iba a ser, con tu ayuda, la mejor historia nunca jamás contada. ¡Menuda pretensión la mía!

No debía claudicar. De modo que una vez más volví a intentarlo ésta vez escuchando música de Chopin y dejando fluir mis sentimientos, acariciando el teclado al ritmo del Nocturno en Fa Menor, sin éxito alguno para variar. Probé el método de escritura automática adaptado a mi modo particular: sin mirar las letras en el teclado. Apenas pude detener las carcajadas por lo absurda que me escuchaba leyendo en voz alta el rejunte de letras imposibles de pronunciar: “juepou gfu wer hfosdfrk akg lño prjg pm”.

Y aún así, esas letras apiñadas, parecían tener más presencia y sentido que tú en mi momento creativo actual.

Me dije a mi misma que eso no era serio, que no debía perder el tiempo lastimosamente haciendo niñerías. ¿O tal vez mi tiempo lo estaba perdiendo intentando escribir seriamente? ¡No me respondas por favor! Es sólo una pregunta retórica hecha con el sólo fin de atraer tu atención y tu consiguiente conmiseración.

Pero ¿Dónde te has llevado mis ideas, esquiva inspiración? Sé que las tuve, lo juro.

Sin ir mas, lejos ésta misma mañana en la fila del supermercado, mientras esperaba que llegara mi turno para pagar, entré en una especie de estado de trance escuchando el sonido del lector de precios: “bip bip bip bip”, repitiéndose una y otra vez como un mantra, hasta que consiguió hacerme perder la poca conciencia del entorno con la que suelo contar a las nueve de la mañana. Y así, con tu estilo sutil, instalaste en mi mente unas imágenes que, como un recuerdo lejano, tengo la intensa sensación, eran buenísimas y originales.

Fue entonces, como pasa cuando sueñas que te caes al vacío y te despiertas justo antes de llegar al suelo onírico, cuando fui arrancada de mi estado de “catatonísmo supermercadiano” por la voz monocorde y aburrida de la cajera que me preguntaba: ¿tarjeta de descuento, tiene?


Y, tal como con el sueño de la caída, que lo único que logras recordar una vez despierto es la sensación de vacío en el estomago que te genera el miedo a estamparte contra el suelo, igual pasó con mis ideas, cayeron en el olvido y me dejaron vacía y a puntito de estrellarme contra el suelo literario.

Y así están las cosas, fugitiva musa, 8 horas después no me puedo creer que no consiga encontrar algo de lo cual escribir y por mas que le doy vueltas y vueltas a mi mente, no aparece ni una sola frase original, ni un comienzo digno de ser leído, ni un sentimiento que merezca ser contado. Por no lograr, ni siquiera logro que hablen mis voces impostoras, que eso si que es caer en desgracia literaria total.

Pero ¿sabes que te digo? ¡Que no me daré por vencida! ¡No señor!
Voy a demostrarte de qué pasta estoy hecha. Voy a recuperarte y contigo a mi creatividad. Voy en busca y captura de esas miles de ideas maravillosas y geniales que damos a luz, tú y yo, cuando estamos juntas.

Recojo mi abrigo, mi bolso y mi libreta de apuntes y regreso a la fila del supermercado, y te prometo que, hasta que no conecte contigo nuevamente y tenga una historia completa, no vuelvo a casa.

¡Voy a por ti! esquiva inspiración.

Claudia Martinez Pardo
(Mi hermana)

6 comentarios:

el marido de la portera dijo...

Muy interesante tu escrito. Me alegra ver que hemos coincidido bastante en el punto de partida de tu post y del que yo escribí ayer. Un abrazo y ¡al abordaje de esa nave llamada inspiración!

Anónimo dijo...

Transmites confianza prudente...
Un saludo
¿vienes al coaching europeo?

pacobailacoach.blogspot.com

ALGUIEN EN EL MUNDO dijo...

Es verdad, uno aveces quiere , mas no logra saber que quiere escribir....hay miles de frases en nuestro interior pero nada tiene que ver con nada, ni para un cuento una rima y mucho menos una prosa, pero una sigue queriendo y se queda ahi, mirando la hoja de word mas blanca que un vestido de novia mientras observa casi al pasar que en el reloj de la pc han pasado mas de 15 minutos de silencio no solo a nuestro rededor sino ademas en nuestro teclado...es terrible, pero es real, como cuando se llama a un amigo, pero no se sabe que decirle, y esa INSPIRACION se fue de vacaciones sin previo aviso y Dios sabra cuando se digna a regresar....Me encanto tu descripcion, muy expresiva, sobre todo por el bip bip bip de la caja registradora jajajajajaj
Buen fin de semana bebe

panina3 dijo...

Como te entiendo en estos momentos
uffffffffff, muy bueno tu escrito.
besos

hsm1967 dijo...

No eres la única que no sabe en ciertos momentos que escribir, pero se te ocurre cuando menos lo esperes.

Lau Martinez Pardo dijo...

Holaa Amigos mios!!! Les cuento que aun me encuentro en Madrid pasando unos dias con mi hermana, ayer hemos tenido un dia de nieve y muucha, fue para mi algo muy bonito, sobre todo el poder compartirlo con alquien a quien quiero con toda mi alma. Justamente ha sido ella quien escribió éste relato, yo ni siquiera llego a ello, así que le trasladaré a quien se merece las palabras de ustedes.
Los extraño y a partir del lunes cuando esté en mi Buenos Aires nuevamente podré estar mas en contacto. Besitos!!!