miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA MARCA QUE DEJAS EN LOS DEMÁS


Cuando yo era niño, aún muy pequeño, mi padre compró el primer teléfono de nuestro vecindario. Recuerdo bien aquel aparato negro y brillante que se hallaba sobre la cómoda de la sala. Yo era muy chico para alcanzarlo, pero me quedaba escuchando fascinado mientras mi madre hablaba con alguien.  Un día descubrí que dentro de aquel objeto maravilloso vivía una persona fantástica. Se llamaba "Información" y no había nada que ella no supiera. "Información" podía suministrar cualquier número de teléfono y hasta la hora correcta. 

Mi primera experiencia personal con ese genio de la botella vino un día que mi madre se encontraba fuera, en casa de unos vecinos. Yo estaba en el garaje, revolviendo la caja de herramientas, cuando me golpeé un dedo con el martillo. El dolor era terrible, pero no tenía motivo para llorar, ya que no había nadie para consolarme. Andaba por la casa chupándome el dedo dolorido, hasta que pensé: "¡El teléfono!"   Rápidamente cogí una pequeña escalera que coloqué frente a la cómoda de la sala. Me subí a la escalera, descolgué el auricular del gancho y lo apreté contra mi oído.  Alguien atendió y yo dije:
-    Información.

Oí dos o tres clics, hasta que una voz suave y nítida habló en mi oído:
-    Información, dígame.
-    Me he golpeado el dedo... Las lágrimas vinieron fácilmente ahora que tenía audiencia.
-    ¿Tu madre no está en casa?, preguntó ella.
-    No, no hay nadie, sollozaba.
-    ¿Estás sangrando?
-    No, pero me he golpeado con el martillo y me duele mucho.
-    ¿Puedes abrir la puerta del congelador?
-    Respondí que sí.
-    Entonces coge un cubito de hielo y póntelo en el dedo, dijo la voz. 

Tras aquel día, yo conectaba con "Información" por cualquier motivo.  Ella me ayudó con mis dudas de geografía y me enseñó dónde estaba Filadelfia.  Me ayudó con los ejercicios de matemáticas.  Me enseñó que la pequeña ardilla que traje del bosque tendría que comer nueces y pequeñas frutas.  Cuando Peter, mi canario, se murió, yo llamé a "Información" y le conté lo ocurrido. Ella me escuchó y comenzó a hablar de esas cosas que se le dicen a un niño que está creciendo. Pero yo me sentía inconsolable y preguntaba:
-    ¿Por qué tienen que morirse unos pajaritos que cantan tan bien y dan alegría a los demás?
-    Paul, recuerda siempre que existen otros mundos donde también se puede cantar.

De alguna manera, después de esto me sentí mejor.  Al día siguiente, allá estaba yo de nuevo:
-    Información, dígame, dijo la voz ya tan familiar.
-    ¿Usted sabe cómo se escribe "excepción"? 

Todo esto aconteció en mi ciudad natal, al norte del Pacífico.  Cuando yo tenía 9 años, nos mudamos a Boston.  Añoraba mucho a mi amiga. "Información" pertenecía a aquel viejo aparato telefónico negro, y yo no sentía ninguna atracción por nuestro nuevo teléfono blanco que se hallaba sobre la cómoda de la nueva sala.  Pasó el tiempo y fui creciendo,  pero los recuerdos de aquellas conversaciones infantiles nunca se alejaron de mi memoria.  Frecuentemente, en momentos de duda o perplejidad, he intentado recuperar el sentimiento de seguridad que tenía en aquel entonces. 

Hoy puedo comprender lo paciente, comprensiva y dulce que fue aquella mujer al perder su tiempo en atender las consultas de un niño.  Algunos años después, cuando me dirigía para la universidad, mi avión hizo escala en Seattle. Yo tenía más o menos media hora entre los dos vuelos. Tomé el teléfono para llamar a mi hermana, que vivía allí a unos quince minutos. Entonces, sin darme cuenta, marqué el número de la operadora de mi ciudad natal: 
-    Información. 

Como en un milagro, escuché la misma voz dulce y clara que tan bien conocía: 
-    Información, dígame. 
-    ¿Usted sabe cómo se escribe "excepción"? pregunté. 
-    Se produjo una larga pausa. Luego, una suave respuesta: 
-    Tu dedo ya está mejor, ¿verdad Paul?. 
-    Me eché a reír.  ¡Así que es usted! ¡No se imagina lo importante que fue para mí en aquel tiempo! 
-    Sí me lo imagino. Y tú no sabes cuánto significaba para mí aquella comunicación. No tuve hijos, así que me pasaba el día esperando tu llamada. 

Le comenté lo mucho que me había acordado de ella en los últimos años y le pregunté si podría visitarla cuando fuese a ver a mi hermana. 
-    ¡Claro que sí!, pregunta por Sally. 

Tres meses después fui a Seattle. Al telefonear, me respondió una voz desconocida:
-    ¿Podría hablar con Sally?, dije. 
-    Usted es amigo de ella?, preguntó la voz. 
-    Sí soy un viejo amigo. Mi nombre es Paul. 
-    Lo siento mucho, pero últimamente Sally estaba trabajando aquí sólo media jornada, porque se encontraba enferma. Por desgracia, murió hace cinco semanas. 

Antes de que yo pudiera colgar, la voz añadió: 
-    Espere un momento.  ¿Usted dijo que su nombre es Paul?
-    Sí. 
-    Sally le dejó un mensaje. Lo escribió y me pidió que yo lo guardase por si usted llamaba. Se lo voy a leer. 

El mensaje decía: 
-    Dile que aún creo que existen otros mundos donde la gente también puede cantar.  Él lo comprenderá. 

Di las gracias y colgué.  Lo comprendí. "Nunca subestimes la marca que dejas en los demás".

miércoles, 9 de julio de 2014

FELIZ DÍA ARGENTINA!!

FELIZ DIA DE LA INDEPENDENCIA A MIS COMPATRIOTAS!!


Y COMO DIJO SAN MARTÍN "SEAMOS LIBRES, LO DEMÁS NO IMPORTA NADA"

lunes, 7 de julio de 2014

Caricia para el alma...

     Así, simplemente, poniendo cada uno un poquito, se puede cambiar el mundo!!!!

jueves, 3 de julio de 2014

MUNDIAL: Y SI, LOS ARGENTINOS EL ULTIMO PARTIDO ENVEJECIMOS 30 AÑOS, JAJAJA


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jueves, 26 de junio de 2014

EL CEREBRO DESPUES DE LOS 50 (Dr. Juan Hitzig)


En la página de Gerontología de la Universidad Maimónides se lee: 

No hay duda de que el ser humano vive cada vez más.
Cómo hacer para que esta longevidad no sea una acumulación  de dolencias y enfermedades, sino una etapa  vital, plena de experiencias y desarrollo personal?
Las ideas centrales de este libro se basan en investigaciones  que demuestran que alrededor de los cincuenta años se encuentra el Punto de Inflexión Biológica que define en qué forma envejeceremos.

Profesor de la Universidad Maimónides y reconocido  gerontólogo dedicado a estudiar las causas de la longevidad saludable sostiene con humor que:

El cerebro es un “músculo” fácil de engañar;  si sonríes cree que estás contento y te hace sentir mejor". 

Explica que el pensamiento es un evento energético  que transcurre en una realidad intangible pero que rápidamente  se transforma en emoción (del griego emotion, movimiento), un movimiento de neuroquímica y hormonas que cuando es  negativo hace colapsar a nuestro organismo físico en forma de   malestar, enfermedades e incluso de muerte.     

Con los años, el Dr. Hitzig ha desarrollado un alfabeto emocional que conviene memorizar.

Las conductas con R:
Resentimiento
Rabia
Reproche
Rencor
Rechazo
Resistencia
Represión
Son generadoras de cortisol, una potente hormona del estrés,   cuya presencia prolongada en sangre es letal para las células arteriales que aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares.

Las conductas R generan actitudes D:
Depresion
Desánimo
Desesperación
Desolación

En cambio, las conductas con S:
Serenidad
Silencio
Sabiduría
Sabor
Sexo
Sueño
Sonrisa
Sociabilidad
Sedación
Son motorizadoras de Serotonina, una hormona generadora de tranquilidad que mejora la calidad de vida, aleja la enfermedad y  retarda la velocidad del envejecimiento celular. 

Las conductas S generan actitudes A
Animo
Aprecio
Amor
Amistad
Acercamiento

Fíjate que así nos enteramos de que lo que siempre se llamó:  

 "HACERSE MALA SANGRE"   no es más que un exceso de cortisol  y  una falta de serotonina  en la sangre.

Algunas reflexiones más del Dr. Hitzig:

Presta atención a tus PENSAMIENTOS pues se harán PALABRAS.
Presta atención a tus  PALABRAS     pues  se harán    ACTITUDES.
Presta atención a  tus  ACTITUDES  porque se harán CONDUCTAS.
Presta atención a tus CONDUCTAS porque se harán CARACTER.
Presta atención a tu  CARACTER   porque  se  hará   BIOLOGIA.
Practiquemos.

Hace muchos años el poeta Rabindranath Tagore decía:
"Si tiene remedio, ¿de qué te quejas? Y si no tiene remedio, ¿de qué te quejas?"
Podría servirnos para aprender a dejar las quejas y los pensamientos negativos de lado y buscar en cada situación el aspecto positivo ya que hasta la peor de ellas lo tiene. 
De esa forma nos inundaría la SEROTONINA con todas sus eses, la sonrisa se nos grabaría en las mejillas y todo ello nos ayudaría a vivir mucho mejor ese montón de años que la ciencia nos ha agregado.

Porque, olvidaba escribirlo, el Dr. Hitzig ha comprobado con sus investigaciones que quienes envejecen bien son las personas ACTIVAS,  SOCIABLES  y SONRIENTES,
no las rezongonas, malhumoradas y avinagradas  (que nadie quiere tener cerca).

Finalmente todo es cuestión de actitud!!!  


(El Dr. Juan Hitzig es médico. Coordina seminarios y cursos de su especialidad. Actualmente se desempeña como profesor de Biogerontología en la Universidad Maimónides, es miembro de la Academy of Antiaging Medicine y asesor gerontológico de la Fundación Convivir. Es autor del libro "Cincuenta y tantos",cuerpo y mente en forma aunque el tiempo siga pasando.